En la época de nuestros abuelos, la alimentación era muy distinta a la que conocemos hoy en día. Ellos se alimentaban siempre de productos frescos, naturales y de cercanía, es decir, cultivados y vendidos en su región.
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Era la llamada dieta mediterránea que tantos adeptos tiene en el mundo. Tenemos mucha suerte de vivir en un país donde abunda la verdura fresca y los productos de calidad, no todos pueden permitirse fuera de España comer tan bien. Pero la sociedad de la prisa ha hecho que cada vez más olvidemos nuestra fabulosa dieta y tiremos de productos ya preparados y ultra procesados, cargados de aditivos químicos e ingredientes muy perjudiciales para la salud.
Margarina
Tenemos la falsa creencia de que la margarina es más sana que la mantequilla, pero nada más lejos. Ambas son igual de perjudiciales para la salud. Su composición revela que tiene casi el total de su composición en grasas trans, es decir, grasas insaturadas que hacen que tengamos colesterol y con ello problemas cardiovasculares. Además, tiene también muchísima sal con lo que aumenta el riesgo de padecer hipertensión. Este es un alimento que no se debería de consumir a diario.